En El 75 Anniversario del Partido del Trabajo de Corea

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EL marxismo es eterno porque es científico. Con certeza, el materialismo y el comunismo científico permitió conocer que el hombre, la sociedad y el universo se rigen por leyes que al conocerlas, permiten transformar el mundo hacia la construcción de una sociedad sin la existencia del Estado y en donde prime el principio: “dé cada quien según sus posibilidades a cada quien según sus necesidades”.

Pero, este objetivo final, la sociedad comunista, adviene por la actuación de las masas en todo un proceso histórico que va venciendo etapas para resolver en cada una de ellas los aspectos relativos a la ideología, a la economía y a la cultura.

De la sociedad en la que prevalece la explotación del hombre por el hombre con una clase social parasitaria dominante y propietaria de los medios e instrumentos fundamentales de producción, surge una clase social, el proletariado, llamada a destruir ese orden de cosas injusto asentado en la propiedad privada, aniquilando a la burguesía como clase social dominante y, liberándose a sí misma a la vez que libera a todas las capas sociales explotadas.

Toda esta acción tiene como fundamento la realidad concreta de cada sociedad en el momento histórico del desarrollo de las fuerzas productivas. Por eso, el marxismo no es un dogma sino una guía para la acción.

Cuando se produce la segunda guerra mundial inspirada en la locura del fascismo, del nacional socialismo y del nazismo, los países imperialistas vieron en esa contienda la posibilidad de hundir a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y, con ello, desaparecer de la historia moderna “la aventura del socialismo” como escenario del poder político de la clase obrera en unidad con el campesinado, tenido como ejemplo pernicioso para la clase obrera y los explotados de los países capitalistas.

El triunfo de la Unión Soviética sobre las fuerzas del Eje: Roma-Berlín-Tokio, dio inicio a la destrucción de todo el sistema colonial del imperialismo y al fortalecimiento de los movimientos de Liberación Nacional, augurando éxitos a la Revolución Proletaria en China.

Para entonces, en el marco del Movimiento Comunista Internacional, se desplegó un gran trabajo orientado a sostener el triunfo de la Unión Soviética mediante el establecimiento del poder proletario en varios Estados como secuela natural y necesaria del resultado de la segunda guerra mundial.

Corea, ocupada por el imperialismo japonés, fue liberada, pero, el imperialismo norteamericano decidió tomarse por asalto la península coreana luego de haber logrado la claudicación de Japón a merced de las bombas nucleares que devastaron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, pretendiendo el General Mc Arthur hacer lo mismo en Corea.

El camarada Kim Il Sung asimiló a la perfección toda la tradición de lucha del pueblo coreano por su liberación del imperialismo japonés, recogió las mejores experiencias de los combatientes por la liberación, y asumió la dirección del Partido del Trabajo de Corea sintetizando la ideología marxista- leninista con los anhelos nacionalistas del pueblo coreano que buscaba su propio rumbo de vida bajo sus propias tradiciones culturales y su  propia realidad social.

En agosto de 1946 formó el Partido del Trabajo de Corea del Norte con la fusión del Partido Comunista y el Partido Neodemocrático.

Sin teoría revolucionaria, dijo V.I.Lenin, no hay revolución. Ese principio se confirmó en Corea bajo la égida del Partido del Trabajo.

Pero, junto con la teoría científica del proletariado se fue desarrollando una concepción que hacía posible la aplicación de esa teoría a la realidad concreta, al análisis concreto de la sociedad, del desarrollo de su conciencia, bajo el principio de que el Hombre es el arquitecto de su propio destino y que, por lo tanto, puede crear con su decisión y voluntad las condiciones objetivas y subjetivas de una sociedad nueva, de justicia y progreso social, en donde se moldee el hombre nuevo, sin necesidad de pasar por la experiencia nefasta del capitalismo como sistema económico social.

Esta concepción plasmada en la idea Zuche enardeció de fuerza material al pueblo coreano aplicándose el principio leninista de que cuando las ideas prenden en las masas se convierten en una fuera material irresistible.

Concluyen, entonces, la ideología, la organización y el liderazgo como factores imprescindibles para la construcción de la sociedad socialista sin explotados ni explotadores, donde el hombre libre edifica su propia vida generando una sociedad profundamente humana y solidaria, dispuesta a cualquier sacrificio para defender la vida y doblegar al enemigo imperialista.

Yo creo que Corea Socialista es, sin duda, la sociedad de los “milagros”. Cuando conocí a su pueblo y sus logros, cuando percibí en la voz de los niños y jóvenes su dulzura y pureza, consideré que estaba frente al Hombre Nuevo con el que soñó V.I.Lenin y Ernesto Guevara de la Serna. Haber levantado esa estructura material constituye una gesta heroica de la sociedad coreana y de cada coreano imbuido de patriotismo e inspirado en una ideología científica.

¿Cuál es la trascendencia de esta realidad socialista para el mundo? Los combatientes populares de los diversos países del mundo hemos de comprender que solamente las masas populares son artífices de su propia historia, cuando están conducidas por un partido de vanguardia pertrechado por una ideología revolucionaria, bajo un liderazgo esclarecido, consecuente y creativo, dotado de un gran amor por su pueblo.

Nuestro deber moral es levantar bien en alto el ejemplo del pueblo coreano, de su Partido, de sus líderes, Kim Il Sung, Kim Jong Il, Kim Jong Un, para afirmar, desde el profundo humanismo, nuestra convicción de lucha, nuestra militancia revolucionaria, nuestra convicción antiimperialista.

Manta, Ecuador,17 de agosto de 2020